Normalmente las animaciones son, o puede que sean, una de las cosas que un actor más odie/desprecie de su trabajo. No obstante, para mí es tan digno como hacer una película, un corto o estar encima de un escenario de un teatro importante. Con las animaciones regalas tiempo y risas a tu público.
Te sientes vivo y, a la vez, recibes el feedback del público en el momento, que por lo general es bastante agradecido.
Tanto si estás 20′ como 1h 30′, tienes que observar, captar y saber lo que necesita tu público en cada momento. No puedes entrar «a saco». En el caso de las despedidas de soltera, por ejemplo, suelo ir disfrazado, por lo que gran parte de la broma está en mí y mi disfraz. En cambio, siendo camarero falso tienes que ir improvisando según como vayan pasando las cosas, hay que animarlo de menos a más con incursiones como camarero real, y, al mismo tiempo, explicar historias improvisadas entre las «víctimas» de esta simpática broma. Siempre desde la humildad por supuesto, siendo elegante y respetuoso con el público, comportarse como uno mismo con su propio humor sea del tipo que sea (en mi caso: humor catalán y absurdo con toques irónicos y/o picantes).
Sea la animación que sea, una despedida de soltera, camarero falso para cenas de empresa, bodas, cumpleaños… Hace falta saber romper el hielo y animar a la gente a que participe, crear una animación que anime de verdad a tu público, habilidad que me ha dado mi experiencia como animador durante tantos años (yo también he pasado por la época de las animaciones que no animaban a nadie, pero de todo se sale).
El papel que realizo como anti-stripper, juez de paz, etc, sirve justo para eso: animar, distraer, convertir la velada en inolvidable. Desde los brindis más únicos y divertidos hasta bailes con coreografías y juegos absurdos.
Cada fin de semana estoy disponible para hacer reír a aquellos que lo necesitan, así que no dudes en contactar conmigo si necesitas un animador todoterreno.